lunes, 1 de noviembre de 2010

Burgos López, Campo Ricardo. José Antonio Ramírez y un zapato. Bogotá: La serpiente emplumada, 2003. 125 pp.




Burgos López, Campo Ricardo. José Antonio Ramírez y un zapato. Bogotá: La serpiente emplumada, 2003. 125 pp.

Ricardo Burgos (Bogotá, 1966) ha escrito una novela insólita, rara, extraña, bizarra. Narra la historia de un hombre enamorado. Esto no sería extraordinario si el objeto de deseo fuese un ser humano, pero se trata de un zapato. El personaje principal, José Antonio Ramírez, atraviesa por toda la serie de etapas propias del enamoramiento y del amor, desde la rutina más anodina y burócrata accede al deslumbramiento del objeto amoroso y posterior mira absoluta hacia ese objeto. Incluso, abandona a su actual pareja, para entregarse plenamente a la contemplación y estancia junto a este. Pero el camino no será fácil, pues el personaje debe conseguir aquel objeto preciado, pasando por una serie de situaciones insólitas dentro del mundo de lo posible.

Evidentemente, el personaje es tratado como loco por la sociedad que terminará condenando su amor, aunque hay también hay quienes lo apoyan (son los menos). Incomprendido, José Antonio, terminará por soportar estoicamente las burlas y el rechazo propio de la gente “normal”; pues esta categoría se verá problematizada casi al final de la novela, cuando el narrador introduce dos claves de lectura: la clave mística, que propone la existencia de un amor sublime, más allá de lo terreno, que hace equiparar el amor de José Antonio con el amor puro de Cristo por el ser humano (amor sin límites); y la clave en ciencia ficción, cuando se sugiere el inicio de un nuevo tipo de amor, un amor futurista de tipo deshumanizado, en donde la condición del hombre como sujeto de amor queda suspendida, para dar paso al amor hacia el objeto puro (amor deshumanizado).

Decía Ernesto Sábato que el amor era un lente a través del cual, un monstruo parecía fascinante. Aquí el lente, la mira de José Antonio, supone encontrar la belleza en un objeto inerte, mundano. Curiosamente, la novela también parodia lo que podría suponer una relación ideal y sin conflictos: el otro es solo un mero ente pasivo. La construcción del amor resulta puramente subjetiva en la conciencia de José Antonio. Recordemos que para Octavio Paz, el amor era un sentimiento interdependiente, mutuo. Aquí no ocurre esto sino que va en una sola dirección: la de José Antonio hacia el zapato, pero no al revés. En cierto modo se cumple la cita de Lacan: El amor es dar lo que no se tiene a quien no lo quiere.

En La ardilla roja de Julio Medem, uno de mis films favoritos, se expone genialmente la construcción de la pareja ideal: una mujer que padece de amnesia es rescatada por un suicida, quien en ese proceso va moldeándola, construyéndola según sus propios gustos; con una magnífica vuelta de tuerca. En José Antonio Ramírez y un zapato, el amor del otro (el zapato) es construido desde la subjetividad de José Antonio, pero sin posibilidad de comprobación en el mundo fáctico.

El amor, que supone sacar al sujeto fuera de sí mismo, anularlo como individuo y fijar su mirada de amor hacia aquello que está fuera de él, queda actualizado en esta novela. José Antonio Ramírez y un zapato puede leerse como una novela romántica, media cursi, media kitsch, con visos grotescos, pero sin duda, como una novela maravillosa que tiene como único protagonista, al amor.

Elton Honores
Universidad San Ignacio de Loyola