sábado, 11 de junio de 2011

Carlos Enrique Freyre. Desde el valle de las esmeraldas. Lima: Estruendomudo, 2011. 195 pp.



Carlos Enrique Freyre. Desde el valle de las esmeraldas. Lima: Estruendomudo, 2011. 195 pp.

La novela de Carlos Enrique Freyre (Lima) se inserta dentro del ciclo narrativo de la violencia política del conflicto armado interno que desangró al país en los años 80 y 90. Tal como se plantea, pretende ser una visión desde la perspectiva del militar en la zona de conflicto en los años 90: la selva peruana, sobre todo. Es decir, no se trata de un ejercicio ficcional absoluto sobre el que se ha elegido narrar desde una perspectiva específica. En este caso se trata de las memorias de un militar que participó en diversas incursiones militares. Freyre, además de narrador, es de profesión militar, así que probablemente no solo se trate del testimonio recogido a partir de la versión de primera fuente de otro oficial sino que su condición ha sido favorable para ponerse en el lugar de aquel.

Así, la novela se inicia con una imagen brutal: la violencia contra una mujer. Pero el recuerdo de otra mujer (Isolina), aparecerá cual fantasma por el recuerdo de la voz narrativa principal, el recuerdo del amor imposible, en un espacio semejante al infierno. Allá en la selva, el conflicto parece reducirse a acciones militares que casi siempre tienden a la extinción de la vida humana. Lima continua siendo indiferente a esta violencia. De ahí también la necesidad en creencia de Dios como alternativa para mantenerse con vida.

Los detalles también ayudan a no convertir la novela en una serie de espera y contraataque. En un momento, tras regresar de una incursión se lee en una camiseta de ex soldados un tema alusivo: “merezco el cielo porque vengo del infierno” (89). Entonces se trata del infierno humano, surgido de decisiones erradas. La novela está muy bien narrada (con saltos temporales que hacen fluir la narración) y su principal aporte consiste en preguntarse cómo recordamos y para qué. Acaso para sobrevivir, acaso para que no se vuelva a repetir esta situación atroz. Quizás un ser humano solo conserva recuerdos y a la vez existe la posibilidad de que estos sean distorsionados. En este caso, la memoria sirve para ser más que humanos, demasiado humanos.

Elton Honores
Universidad San Ignacio de Loyola