sábado, 13 de diciembre de 2014

Raúl Quiroz Andia. Maneki-neko. Lima: Altazor, 2014. 126 pp.







Raúl Quiroz Andia. Maneki-neko. Lima: Altazor, 2014. 126 pp.


 


Maneki-neko es el título del libro de Raúl Quiroz Andia (Lima, 1973). El libro tiene como ejes las relaciones interpersonales homoeróticas marcadas en algunos casos por lo siniestro, lo sobrenatural y la CF. El libro pone en discusión el concepto de normalidad pues sus personajes viven en el borde, próximos a la esquizofrenia y la locura, pero que tienen una explicación insólita más allá de ese estado anómalo. Como señala Daniel Salvo, “[…] los cuentos de Raúl Quiroz Andía distan mucho de la felicidad y placidez a las que debería conducirnos la buena fortuna. Por el contrario, las atmósferas de sus relatos son angustiantes, densas pesadillas de las cuales solo se despierta para caer en una peor” (23/11/14).


El relato que da título al cuento narra cómo el amante es absorbido (espacialmente) por el amante al punto de hacer que la casa propia se convierta en ajena, lo que produce en extrañamiento, un enrarecimiento no solo del lugar sino de los sentimientos. En “Casa tomada” de Julio Cortázar la presencia de una fuerza indeterminada termina por expulsar a los hermanos-amantes, en el cuento de Quiroz, los maneki-nekos encarnan esa misma fuerza, entes metonímicos del amante que se apropian de la vida del narrador y lo sacan fuera de sí, tanto espacialmente y como individuo.


En “Hay días malos…” las premoniciones oníricas adquieren dimensiones apocalípticas. “Las fracturas” hablan de un objeto alienígena que al contacto físico provoca una especie de abducción.  Quizás haya en el cuento una clave sexual ya que el sujeto se pierde en el goce del objeto.


“Los ojos de Luis” y “En el último amanecer” son los mejores relatos del libro. En el primero, con connotaciones freudianas por el deseo del padre en el que se inscribe el hijo, asistimos a la revelación de una suerte de asesino en serie (o nakaq) que comete crímenes para establecer el orden cósmico y evitar caer en el caos absoluto. Los ojos del amante Luis son solo un pretexto. En la tradición fantástica (y en la cultura en general) son la ventana del alma, pero también la puerta que permite entrar a otras dimensiones (afectivas, siniestras). “En el último amanecer” se trata de un vampiro sexual que juega con su víctima y la seduce. Pero también es un ser superior, homoerótico, metafísico. Está más cercano a los vampiros de Rice que a los de Stoker.


Otros relatos exploran temas como la esquizofrenia, el amor como venganza, la mujer bruja y la CF. Esto último en “Pequeños retazos”, relato pesimista en el que la humanidad revela su fracaso a un ser superior e inmortal.


Estamos ante un narrador que asume una posición superior no solo para seducir a sus personajes sino al propio lector, envolverlo en la trama homoerótica. Sobre este punto quisiera añadir que si bien por un lado amplía las posibilidades de la ficción fantástica (al hacer que el acontecimiento fantástico puede ser experimentado también por nuevos sujetos), lo cual constituye algo innovador; de otro lado, es prescindible en muchos relatos o en su defecto, no cambia mucho el sentido si se tratase de personajes heterosexuales. Parece afirmarse que el infierno es igual para todos.


La suerte y la fortuna no se consiguen en los mundos representados sino más bien están llenos de accidentes (el amor incluso, el encuentro de los amantes por primera vez, aunque como revelan los cuentos, el amor fracasa, no funciona, nunca funciona, ni existe el final feliz). Maneki-neko es un libro altamente pesimista sobre el destino del ser humano en el cosmos, pues revela un mundo en el que la unión de los amantes es imposible y el horror se esconde en las formas menos pensadas.


 


 


Elton Honores

Universidad Nacional Mayor de San Marcos